El enojo es una de las emociones que tiene muy mala fama, se le considera algo malo, destructivo, que es necesario reprimir, evitar u ocultar, pero no solo sirve para hacernos sentir mal, protagonizar peleas innecesarias, decir cosas de las que después nos arrepentiremos y no medir las consecuencias de nuestros actos, sino que también nos puede beneficiar.

¿Realizas ejercicio?, ¿tienes una alimentación planeada?, ¿duermes bien?, ¿le das importancia al control del estrés en tu vida?, ¿tienes espacios para la diversión?

Se dice que la distancia entre la nueva familia y los padres es necesaria para mantener relaciones felices y armoniosas. Sí, eso es desde lo ideal, desde lo que sería mejor, pero ¿qué pasa si no se tienen recursos para vivir en un espacio propio?

Envejecer no ha recibido la misma consideración a lo largo de nuestra historia, cada época ha marcado un antes y un después en la forma de asumir el envejecimiento. La longevidad es motivo de orgullo para muchas culturas ancestrales, los mayores han sido depositarios del saber y la memoria que contacta con los antepasados, son intermediarios entre el presente, el pasado y el más allá.

El término soledad tiene distintas connotaciones, tanto positivas como negativas, en ella pueden existir sentimientos de placer y de bienestar asociados a ese estado que en muchas ocasiones resultan más difíciles de entender y aceptar culturalmente debido al significado que conlleva éste término en la sociedad actual.

Cuando el vínculo matrimonial se disuelve, los niños deben vivir con alguno de ellos. El papá o la mamá que tiene la guarda y custodia de sus hijos es porque los tiene bajo su techo y bajo sus cuidados, no obstante, el padre o madre que no tiene a sus hijos tiene el derecho de visitarlos y de convivir con ellos. Los niños pueden estar en su casa, pernoctar, ir al cine, pero una vez llegado el plazo acordado tienen que regresar a la casa del padre o madre que tiene la guarda y custodia.